PARA MEDITAR.

La psicóloga Isa Fonnegra en su libro de "Cara a la Muerte" dice:

"Un hijo es la semilla, el futuro, la cuota liviana de la vida pesada, la ilusión, la risa, el dulce sudor del cansancio, el juego, la ternura, el abrazo con manitas sucias, el beso pegajoso, los ojos inocentes. Desde antes de su concepción, el hijo existe ya en la fantasía de los padres y en cada etapa de la vida se va definiendo de una manera más real: Será, quizás, el deportista que los padres no pudieron ser, o el estudiante destacado, el profesional exitoso; o representará el amor y la ternura ocultos que nunca tuvimos la oportunidad de dejar salir en nuestras vidas.
Un hijo representa la ilusión de lo que no pudimos ser, la oportunidad de reparar los daños de que fuimos objeto en nuestra propia infancia por la negligencia, el abandono o el abuso de los mayores, y de no volver a repetirlos. Un hijo nos da un título que jamás caduca: el de mamá y papá, y no da un trabajo vitalicio o de tiempo completo al que por nada del mundo querriamos renunciar".En el caso de un hijo/a único todas las expectativas de satisfacción y logros están puestas en él. Su muerte provoca en los padres un SHOCK mucho más intenso y prolongado, ya que ese hijo era el motivo para vivir. Además, era el centro de la vida afectiva, la fuente del amor, de gratificaciones y la continuacíón de la familia. Con ese hijo los vínculos eran profundos e íntimos, por lo que al morir se produce un vacío enorme en el diario vivir y que se hace mayor cuando el tiempo empieza a correr. Su continuidad biológica les fué brutalmente arrebatada. Reorientar el sentido de la vida, es una tarea titánica que va a requerir del apoyo y comprensión del resto de la familia y sociedad.

La muerte del hijo único expone a los padres a un intenso y complicado duelo y cabe la posibilidad de que la persona quede fija en una etapa por un tiempo indefinido. Compartiendo el dolor disminuye la soledad y permite poco a poco alcanzar la páz y la serenidad.

Encarar la vida nuevamente es posible. Las convivencias y reflexiones serán un aprendizaje de gran valor para otros padres enfrentados al más profundo de los dolores. LA PERDIDA E UN HIJO/A.

P.D.: Texto sacado del libro UN HIJO NO PUEDE MORIR (la experiencia de seguir viviendo) de Susana Roccatagliata, el cual queriamos compartir y si nos dejan aconsejar para su lectura.

Un beso hasta el cielo.

Carlos y Loly, los papás de Ainhoa.

En esta foto Ainhoa tiene 11 meses.